Lebewohl

Nota

Lebewohl («Adiós») fue concebida como una celebración final, un paso hacia otro lugar. Tiene su propia unicidad, al tiempo que dialoga con el Requiem de Mozart. Desde los primeros bocetos, me pregunté sobre el vínculo que quería crear entre esta obra magistral y la mía, que la precedería. Elegí desarrollar, a través de una orquestación particular (algunos instrumentos afinados un cuarto de tono más bajo, timbales “preparados” con instrumentos resonantes colocados sobre cada timbal, etc.), tres movimientos de carácter distinto, todos con referencias simbólicas o musicales al Requiem – el tercero, por ejemplo, fue elaborado con referencias al ritmo ternario del Lacrimosa de Mozart. El primer y tercer movimientos son lentos, mientras que el segundo es más rápido.

Después de la pieza orquestal, imaginé un breve fragmento para coro, con un papel de transición hacia el Requiem. Algunos procedimientos vocales utilizados son similares al momento orquestal que lo precede: por ejemplo, las divisiones por dos dentro de cada grupo, y la dualidad altura/sonido ruidoso que produce sonoridades híbridas, con colores particulares. Aquí, la mitad de cada grupo vocal es forte y puntúa el tiempo con acordes de cuatro sonidos, mientras que la otra mitad es muy suave, en segundo plano, actuando como una reverberación, o al contrario interviniendo de manera ruidosa en estrecha relación con las armonías del primer grupo.

Lebewohl es así un espacio experimental, de inspiración ritual, en el que las texturas instrumentales – luego vocales – buscan preparar la escucha serena del Requiem.


Clara Olivares, septiembre 2020